Por: Malin Pino

He leído con mucha atención los excelentes comentarios de mi querido Fernando Mires. No desperdicio nunca la ocasión de leerlo. Estoy de acuerdo en lo esencial de su razonamiento. Sin embargo, me planteo una interrogante y tiene ésta que ver con el asunto de la legitimidad. Es cierto que la legitimidad deriva de las diferencias y de la posibilidad de dirimirlas discutiendo, deliberando, para así crear consensos y acuerdos que, traducidos en normas, serán considerados como soluciones justas y legítimas a los problemas surgidos en sociedad. Los distintos sectores sociales que han participado de las discusiones, partiendo de las diferencias, aceptarán las normas así construidas. De lo contrario, esas decisiones, legalizadas, se impondrán por la fuerza del poder pero encontrarán la barrera de aquellos sectores que en esas decisiones no se ven reconocidos. Comienzan entonces las expresiones de malestar popular como manifestaciones, marchas, cacerolazos, opinión pública desfavorable, etc. En Paraguay, no hemos observado un movimiento popular que deslegitime definitivamente la acción parlamentaria. Acción llevada a cabo por parlamentarios que representan a los electores, a los mismos que eligieron a Lugo, pues en ese parlamento había, en principio, una mayoría “luguista”. Quedan para mí muchas interrogantes… Hubiera preferido personalmente que Lugo cumpliera su mandato. Y, como Capriles, tampoco estoy de acuerdo con los juicios políticos. Pero el pacto fundacional de la sociedad paraguaya expresado en su Constitución lo contempla y lo formaliza. Y es de ese pacto, expresado en artículos y normas constitucionales, que deriva la validez última de su sistema jurídico. Nada menos que eso que se llama Poder Constituyente.Van mis saludos y admiración para Fernando Mires.